Después de ver el cortometraje "El vendedor de humo", los alumnos escribieron un posible guión y buscaron la moraleja. Este es un ejemplo de su trabajo
EL VENDEDOR DE HUMO
Érase
una vez un joven mago, que fue a un pueblo para conceder deseos.
El
pueblo era pequeño y sencillo: La
típica anciana antipática, el pescadero…
Ya
sabéis a lo que me refiero.
Bueno,
el vendedor llega al pueblo y monta su escenario, pero nadie le hace caso.
Pone
música y ¡la vieja se la quita!
Vaya fracaso, hasta el momento en el que ve a
un niño jugar con un “juguete” y va y le dice.
-VENDEDOR: ¡Oye chaval!
¿Quieres un juguete nuevo?
-NIÑO: ¡Si, si, siiiii!
Y voilà, un juguete nuevo. Un avión.
El pescadero ve la magia del vendedor y,
sorprendido, caminó hacia él.
PESCADERO: ¡Oye
tu! Me podrías hacer el perro más grande y fuerte.
VENDEDOR: Por supuesto.
Y convirtió al cachorro en un perro enorme y
fortísimo.
Y, ahí, en ese instante captó
la atención del pueblo. Pero ya no lo hacía
gratis.
Lo cumplía todo mientras el alcalde miraba
con ojo de halcón desde su ventana.
Pero los deseos se deshacían con el agua, y,
en fin el avión del niño se mojó.
Se enfadó muchísimo, caminó hacia el vendedor
y le dijo:
NIÑO:¡ Oye, que vuelve a ser el de antes!
Todos miraban atónitos mientras que decía:
VENDEDOR:¡Uy!
Perdón.
Se lo
arregló y dio un resoplido.
Todo
iba bien, hasta que vio que iba a ponerse a llover. Y sin poder hacer nada…
¡El
alcalde le pidió un deseo!
Y le
dijo:
ALCALDE: Tengo
un deseo y si lo cumples te daré mi rubí.
VENDEDOR: Diga,
que quiere.
ALCALDE:
Quiero que con mi bastón me hagas una estatua mía.
El
aceptó.
Le
hizo una estatua preciosa, y nada más terminar se fue con el dinero y el rubí.
Empezó
a llover y todo se deshizo, todo volvió a ser igual.
Luego
se convirtió en anciano.
Todo
era mentira, ¡Incluso el!
Bueno
no todo, el dinero y el rubí eran verdaderos.
MORALEJA:
No te fíes de las apariencias.
Manuel Menéndez Cuervo, 5º B Primaria